Educando para la TRANSFORMACIÓN SOCIAL mediante la FOTOGRAFÍA

Entrevista a Alice Monteil y Mireia Plans, del área Educación de Photographic Social Vision

Alice Monteil y Mireia Plans. © Tash McCammon

Photographic Social Vision acumula casi dos décadas defendiendo la fotografía como una práctica democrática fundamental, pero se cumplen ya siete años de la creación de su área educativa específica, que potenciaba los proyectos en este ámbito de la Fundación y que ha resultado capital en el cumplimiento de su misión. Especialmente en cuanto a la puesta en práctica y divulgación del valor social de la fotografía, a través de un programa pedagógico, en constante evolución, que incluye, por ejemplo, talleres de fotografía participativa, acciones de educación visual, visitas comentadas a exposiciones, o tareas de consultoría en torno a una metodología en que la Fundación ha sido pionera en este país: el uso de la fotografía como herramienta de transformación profesional y social.  

Entrevistamos a Alice Monteil, responsable del área de Educación y a Mireia Plans, facilitadora y supervisora del proceso artístico y pedagógico del mismo área. Ambas se encargaron de hacerla crecer y consolidarse, llevando adelante proyectos como Material sensible, de los que la Fundación se siente profundamente orgullosa.

¿Hace mucho tiempo que trabajáis con Photographic Social Vision?

Alice Monteil: En 2005 entré como voluntaria para diferentes proyectos de la Fundación. El primero que coordiné fue un audiovisual del fotógrafo Miquel Dewever-Plana que formaba parte del proyecto La Verdad bajo la tierra. Guatemala el genocidio silenciado. Un año más tarde, empecé a encargarme de la exposición World Press Photo en Barcelona. A partir de 2008, pasé a coordinar los talleres educativos Punt de vista en los que me vinculaba también como asistente de las clases. Y fue a partir del año 2012 cuando entré a formar parte del equipo educativo propiamente dicho. Actualmente, codiseñamos e impartimos estos talleres con Mireia.

Mireia Plans: Estoy vinculada a la fundación desde el año 2004, al principio colaborando como voluntaria en el primer taller Punt de vista con personas mayores de 70 años. Y a partir de 2009, paso a formar parte del equipo del área de Educación. Actualmente, codiseño e imparto estos talleres y estoy escribiendo mi tesis doctoral sobre como la fotografía participativa puede ayudar a la transformación personal y social.

¿Cuándo y por qué se empezó a desarrollar el área Educación?

A.M.: Punt de vista existe prácticamente desde los primeros años de andadura de la Fundación y forma parte de su ADN original. Y, desde 2009, empezamos también a ofrecer visitas comentadas para escuelas a la exposición World Press Photo en Barcelona. Pero el área Educación tardó unos años en formalizarse. Fue en 2013, sobre todo a partir de los buenos resultados obtenidos por los cinco talleres Punt de vista, desarrollados en el ámbito de la salud mental y la adolescencia. Entonces se apostó por reforzar y constituir un área educativa capaz de articular un programa más amplio que pudiera llevar la educación visual a otros públicos y sectores más allá de los colectivos vulnerables con los que habíamos trabajado hasta el momento, es decir, tratar también con escuelas, público en general, personas con recursos y empresas bien posicionadas socialmente que fueran capaces de incidir en las tomas de decisiones. .

El área se creó con la visión de desarrollar un rol activo en la educación como vía de transformación social. Veíamos posible ampliar la capacidad de comprensión de las imágenes haciendo de la fotografía una herramienta con la que poder informar, expresar, interrogar, emocionar e integrar todo tipo de valores.

¿Sobre qué bases se sustenta ahora este área?

A.M.: Básicamente, podemos distinguir tres grandes pilares. Por un lado, la transformación personal y social. Trabajamos con personas en situación de vulnerabilidad. A través del acompañamiento y la inmersión en un proceso creativo durante meses, cada persona refuerza su identidad y genera relatos capaces de impactar y sensibilizar a la sociedad.

El segundo aspecto del área tiene que ver con la educación y la alfabetización visual ya que fomentamos la creatividad y el acercamiento a la fotografía a través de la experiencia directa, estimulando la reflexión y el espíritu crítico y, como consecuencia, una gestión más consciente de las imágenes que creamos, publicamos y consumimos.

Y por último, está la profesionalización en metodología participativa, que desarrollamos ofreciendo consultoría y formación profesional a través de sesiones de asesoramiento personalizado, principalmente acerca de la conceptualización e implementación de proyectos de fotografía participativa.

¿De qué manera aportáis vuestros valores al trabajo con escuelas?

A. M.: Actualmente estamos trabajando para integrar nuestro programa de educación visual en el currículo anual de las escuelas de educación secundaria, a través de cápsulas que permitan incidir en la educación y la alfabetización visual de los jóvenes; fomentar su capacidad de lectura visual crítica; generar una actitud sensible y comprometida hacia la realidad que vivimos; conocer los riesgos relacionados con la publicación de imágenes en las redes; y ampliar el conocimiento del mundo a través de la fotografía documental…

Proceso de selección con Isha, participante de ‘Material sensible’

Más allá de las escuelas, ¿en qué otros ámbitos actuáis?

A.M.: Trabajamos en ámbitos sociales vulnerables como el de la salud mental (Gente genial y Más y más gente genial), la adolescencia en general y la adolescencia en situación de vulnerabilidad (Déjame ser yo), así como con personas que han sufrido abusos sexuales en la infancia (Material sensible), en este caso, en colaboración con la Fundación Vicki Bernadet.

Ahora tenemos la vista puesta en reforzar y desarrollar, por un lado la docencia en escuelas, y por otro la asesoría profesional. A raíz de los años de experiencia acumulados y de la publicación del artículo de Mireia Plans sobre el proyecto Material sensible.

Photographic Social Vision fue pionera en el uso de la fotografía como herramienta de transformación personal y social. ¿De dónde surge la idea?

M.P.: Sí, nuestra entidad es una de las pioneras en Barcelona y en España, contando ya con 16 años de experiencia acumulada y coincidiendo con el resurgir de las metodologías participativas en el año 2000. La creadora del primer proyecto Punt de vista, Caro García, tuvo la idea de dar cámaras a personas mayores para que retrataran su vida cotidiana en lugar de que fuera una mirada profesional quien lo hiciera. Más tarde, descubrió el proyecto Kids With Cameras de Zana Briski que fue una gran inspiración para reafirmar su propuesta. Todo ello coincidió con la revolución digital. Casanova fue cómplice en la recogida de cámaras analógicas que desechaba la gente y EGM se hizo cargo del revelado de carretes durante todo un año de proyecto. Ambas acciones fueron de gran ayuda para la realización de nuestros talleres.

¿En qué consiste la metodología Punt de Vista?

M.P.: Como avanzábamos al hablar de nuestros pilares, hace uso de la fotografía participativa en la reafirmación de la identidad de personas en situación de vulnerabilidad social. Es gente que, a menudo, no ha tenido acceso a las herramientas que aporta el lenguaje visual, y que descubre su valor como herramienta de expresión y transformación y, por supuesto, el impacto que tiene en la sociedad.

¿Qué acciones concretas lleváis a cabo?

M.P.: De muy distinta manera, cada proyecto ofrece un abanico de variables bastante amplio, por lo que podemos hablar de múltiples procesos metodológicos. Tratamos que los proyectos sean de media duración, o sea, que duren unos 5 o 6 meses. Combinamos ejercicios guiados con otros más libres. También nos gusta combinar momentos de revisión individual de las fotografías con otros grupales en los que compartir sensaciones con el resto del grupo. Cada proceso es único, y cada participante es responsable de hasta dónde puede o se quiere involucrar. Para nosotras el proceso es igual de importante que el resultado, el cual siempre se materializa a través de una exposición, en cuya organización, por cierto, también colaboran los participantes. En definitiva, se trata de un proceso muy completo en el que también utilizamos herramientas de evaluación antes, durante y después de cada proyecto.

¿Cuáles diríais que son sus valores principales?

M.P.: Los talleres fomentan, sobre todo, consciencia, sensibilidad, empatía, responsabilidad, compromiso, acción, respeto, creatividad y libertad de expresión.

El proyecto ‘Material sensible’  forma parte de estos talleres, ¿cuál es su particularidad?

A.M.: Es un proyecto participativo de creación fotográfica impulsado por nuestro área, junto a la Fundación Vicki Bernadet, que acompaña a personas que sufrieron abusos sexuales en la infancia. Durante unos meses, el grupo de participantes utiliza la fotografía como medio para reconstruir un relato propio y culminar el proceso terapéutico compartiéndolo a través de una exposición. 

Resume bastante bien la esencia de vuestra metodología, ¿no es así? 

M.P.: Sí, porque es el resultado de 16 años de trabajo. El proyecto más maduro de los talleres Punt de vista y en el que mejor se puede profundizar respecto al proceso artístico y personal. Pero la metodología está en constante cambio y se adapta siempre al colectivo y su contexto, adoptando estrategias diferentes según los públicos y los objetivos. Cuando hemos trabajado en el ámbito de la salud mental, por ejemplo, hemos puesto el foco en pro de la empatía, el contacto, el vínculo y la desestigmatización social, a través de ejercicios de retratos en la calle. En cambio, cuando trabajamos con adolescentes, intervenimos de manera más dinámica a través de capsulas cortas de educación visual. Mientras que con Material sensible, al trabajar con personas adultas con todas sus capacidades, es fácil que cuenten con cierta sensibilidad artística, por lo que es más sencillo desarrollar un proceso de creación y de introspección.

Volviendo a Material sensible, ¿de qué forma ayuda a concienciar sobre los abusos durante la infancia? 

A.M.: Cada proyecto combina siempre la fase de proceso creativo con la fase de sensibilización pública, en la que se presenta el fruto de la creación en formato expositivo cara al público. A lo largo del tiempo, vamos reforzando estas acciones para impactar en diferentes públicos y la exposición también cuenta con visitas comentadas para público general y escolar. En la última edición, por ejemplo, ha sido asombroso ver cómo grupos escolares, con poca capacidad general de atención y disciplina, se quedaban fascinados por los relatos expuestos y podían empatizar y dialogar sobre esta realidad tan delicada. También programamos actividades dirigidas a un público profesional para compartir nuestra metodología.

© Beatriz Burgos – Proyecto ‘Material sensible’

Un proyecto de este tipo, ¿necesita el apoyo de muchos colaboradores?

A.M.: Este es, sin duda, un proyecto de equipo que implica a muchas personas y entidades. Entre las entidades, destacamos ante todo a la Fundación Vicki Bernadet, que acoge el proyecto y comparte la coordinación del mismo, aportando su experiencia en el seguimiento y la supervisión psicológica. También la Fundación Alas, haciendo posible el proyecto gracias a su sensibilidad y generosidad como donante; el Hotel Sir Víctor a través de su programa Sir Cares, que apoya económicamente a nuestro área; la Generalitat de Catalunya, a través del ICEC y la subvención pública de desarrollo de públicos para la cultura; Fujifilm aportando materiales como cámaras profesionales en préstamo; y Philarthropic, apoyando la realización de una campaña de visitas comentadas a escuelas.

Además de nosotras dos, que diseñamos y dirigimos Material sensible, dentro del marco Punt de vista, también hemos contado con las aportaciones del resto del equipo de la Fundación, con su directora, Silvia Omedes, al frente, así como con personas muy próximas al proyecto, como la propia Vicki Bernadet, Helena Vélez Olabarria, Inés Casals, Ana de Quadras, Laura González (Chiquita Room), o Meritxell Álvarez (Projeckteria Art Gallery). El proyecto ha sido supervisado y acompañado sucesivamente y durante todas las fases de desarrollo, por las psicólogas de la fundación Vicki Bernadet, Pilar Polo (2017) y Núria Grau (2019). Y, por supuesto, debemos mencionar a las participantes en el taller y autoras de las obras expuestas: L. R, Marga, Marta Tomeo Urango, N. J., N. L. P. y Rosa Rigall Desplans en la primera exposición, así como Bea Baños Cairat, Beatriz Burgos, Isha Normahomed, Mireia M. y Momo en la segunda.

Dada la actualidad, ¿cómo ha afectado la crisis de la COVID-19 a las actividades del área Educación?

A.M.: Muchas de las actividades se han visto necesariamente paralizadas (Nota de redacción: esta entrevista se realizó durante el periodo de confinamiento, en la primavera de 2020). Sobre todo se han tenido que aplazar las que implican contacto directo con los grupos, como la exposición conmemorativa de las dos ediciones de Material sensible que se iba a inaugurar el 16 de abril en Casa Elizalde. Pero, por suerte, seguimos trabajando en la tercera edición de Material sensible, que esperamos pueda iniciarse en septiembre (Ndr: ¡así ha sido!). A parte continuamos con el diseño de otros proyectos como por ejemplo un encargo recibido por parte de la Fundació la Caixa, para aplicar la metodología Punt de vista a su programa CaixaProinfància trabajando con adolescentes en situación de pobreza o vulnerabilidad social. Y lógicamente también iniciaremos la campaña de visitas comentadas a escuelas a la exposición World Press Photo 2020 en Barcelona a finales de año.