Entrevista > SANTI DONAIRE, ganador de la III Beca Joana Biarnés (2ª parte)

El fotógrafo documental Santi Donaire (Jaén, 1988) nos ha hablado acerca de su trayectoria y su visión del fotoperiodismo en una primera parte de esta entrevista. Ahora vamos a centrarnos en ‘Hasta que la tierra aguante. Retrato de la agricultura y ganadería industrial en España y sus consecuencias ambientales, humanas e identitarias’, el proyecto con el que ha ganado la tercera edición de la Beca Joana Biarnés para Jóvenes Fotoperiodistas

El fallo del jurado lo define como “un proyecto tan ambicioso como pertinente, que abarca asuntos tan urgentes como el cambio climático, la España vaciada, la absoluta precariedad de muchos de los trabajadores del campo que malviven con sueldos de miseria en condiciones insoportables, la falta de agua, el agotamiento de los terrenos o la contaminación ambiental”..

Por Carlos G. Vela

Fotografía de «Crudo», un proyecto anterior de Santi Donaire.

¿No se siente vértigo al afrontar un proyecto que abarca tantas facetas como ‘Hasta que la tierra aguante’?

Trato de combatirlo disfrutando cada paso del camino que supone esta oportunidad. Aunque sí noto una responsabilidad muy grande, no sólo por ser un proyecto que va a implicar mucho esfuerzo y trabajo, sino porque quiero que nos hable a todos y todas, es decir, que sintamos que esto no va de realidades lejanas que provocan otras personas.

Quiero realizar un retrato y una reflexión donde todo el mundo se sienta incómodamente incluido, y no un juicio sobre lo mal que está todo o lo mal que lo hace la gente que produce alimentos. La producción y consumo alimentarios en este país forman un sistema circular donde participamos la sociedad entera, y donde la población de las ciudades tiene una responsabilidad determinante.

Hasta hace relativamente poco, mis abuelas se sorprendían cuando veían una ensalada de tomate en enero. Su generación sólo comía fruta y verdura de temporada y su reacción es el mejor ejemplo de cómo ha cambiado nuestro modelo de producción. Si queremos tomates todo el año en cada rincón del país y que además salgan baratos, se necesitan invernaderos con consecuencias ambientales desastrosas y una mano de obra muy barata y sin apenas derechos. Esto es lo que me gustaría que repensáramos en común.

Acabas de mencionar a tus abuelas. ¿Te han inspirado ellas este proyecto? En la introducción del dossier que presentaste a la Beca, cuentas que ya no existe el Jaén de sus recuerdos …

Yo salí de Jaén con 17 años, he vivido en varios países y en varias ciudades. Sin embargo, siento que nunca me fui del todo de Jaén. Soy una persona que le da mucha importancia al arraigo familiar y a la pertenencia a un lugar. Mis abuelas, como mi madre, mi padre o mis amistades, son referentes de vida y fuente de inspiración constante.

De esta raíz y arraigo nace la curiosidad y motivación de este proyecto. Nace de pasear por Jaén con mi familia y con mis abuelas y de hablarme ellas de cómo se bañaban en los ríos que ahora bajan casi secos o contaminados, o cómo la recogida de la aceituna estaba inundada por el “jaleo” del cantar de los pájaros, mientras que hoy todo es silencio. Hoy nada de eso queda y es ese, precisamente, el motor de esta investigación, saber el porqué un pasado que nos contaron, ya no existe.

Una imagen de “Crudo”. © Santi Donaire

Recientemente, ha habido mucho debate acerca de las macrogranjas y el modelo ganadero en España. ¿Crees que puedes encontrarte con ciertas resistencias en el desarrollo de tu investigación?

Sin duda me voy a encontrar resistencias. Probablemente, de los grandes propietarios y empresarios que se juegan mucho porque se sienten amenazados cada vez que señalamos o cuestionamos su modelo de negocio. Hay muchos intereses de estos propietarios y de fondos de inversión que invierten decenas de millones de euros para mantener y expandir un modelo productivo, que está provocando una herida inmensa. Por lo tanto, sí, creo que en muchos sitios no voy a ser bienvenido y creo que va a ser realmente difícil que me dejen entrar a ver una macrogranja, aunque lo intentaremos, sin ninguna duda.

Pero también espero encontrarme puertas abiertas, porque tengo la sensación de que la gente que resiste y apuesta por otra manera de hacer las cosas sobre el terreno, tiene muchas ganas de contar su realidad. Por eso para mi es muy importante hacer partícipe a las personas que sean fotografiadas y que el objetivo no sea señalarles a ellos, sino hacer una reflexión conjunta entre la ciudad y el campo.

Imágenes del proyecto «Crudo» del mismo autor.

© Santi Donaire

¿Crees que hay voces que no se están escuchando en este debate acerca del modelo mayoritario de explotación alimentaria?

Lo creo firmemente. No se escuchan voces ni territorios. Los medios de comunicación de este país limitan su interés al eje Madrid-Barcelona y todo aquello que se salga de este binomio o de los municipios de más de 200.000 habitantes, no existe. A mí me interesa la periferia, me interesa precisamente todo lo que sale de ese ensimismamiento de la ciudad.

Llevas ya dos años documentándote sobre la producción alimentaria industrial e intensiva, mucho antes de presentarte a la Beca. Y tu opinión acerca de sus consecuencias es claramente negativa. ¿Hasta qué punto estás dispuesto a que tu investigación se abra a perspectivas distintas?¿Cuán importante te resulta la objetividad en el fotoperiodismo?

Para mí, hay dos perspectivas que tienen que convivir. Por un lado, está la realidad que ofrecen los datos científicos, que no son una opinión personal, si no una foto nítida y contrastada de las consecuencias de este modelo de producción. Y ahí entran los estudios que desde hace décadas alertan que ya vamos tarde para frenar el cambio climático, o los análisis del propio Ministerio de Agricultura, que señalan a España como el país que usa más pesticidas en Europa.

En segundo lugar, mi trabajo, aún siendo periodístico y basado en datos y realidades contrastadas por fuentes de prestigio, quiero que tenga una visión subjetiva y de autor, acerca de cómo yo entiendo y cuento esta realidad. Creo que el feminismo nos ha enseñado que la objetividad no existe, que lo que se ha llamado “objetividad” es oficializar una manera de ver el mundo muy patriarcal y, si me apuras, muy anglosajona y occidental. Yo me identifico más con ser honesto a la hora de asumir que soy un sujeto que va a ir a contar la realidad con sus ojos y sus ideas, pero que tiene que ser absolutamente fiel a la información, los datos y sus protagonistas.

¿Quieres conocer más sobre

la trayectoria del ganador de la III Beca Joana Biarnés

y sobre su visión del fotoperiodismo?

¡No dejes de leer la 1ª parte de esta entrevista!