Una exposición de fotos para sensibilizar sobre el abuso sexual infantil
El abuso sexual infantil sigue siendo uno de los problemas de salud pública más grave y complejo que debemos afrontar como sociedad. En la mayoría de los casos se convierte en una experiencia muy traumática que incide de forma negativa en el desarrollo de la persona tanto física como psicológicamente; las secuelas perduran casi siempre hasta la edad adulta y afectan también a su entorno. En el segundo taller de fotografía participativa “Material sensible”, en el que trabajamos junto a la Fundación Vicki Bernadet con personas que padecieron abusos en la infancia, las protagonistas experimentan con la imagen para resituarse respecto a las situaciones abusivas que sufrieron y transitarlas, en la medida de sus procesos, hacia una vía más consciente para revelar los hechos y poner en juego su capacidad de resiliencia.
Fotografía de Beatriz Burgos, participante en ‘Material sensible’ 2019
Entre los principales impedimentos para revelar el abuso a las familias, las personas alegan el miedo a no ser creídas, la vergüenza o el temor a causar problemas en su núcleo familiar. Así como el desconocimiento, la falta de conciencia de haber sido víctimas de abuso o la desconfianza en los adultos y profesionales, hacen que la mayoría de niños, niñas y adolescentes no pidan ayuda para hacer frente a una situación de abuso. Además, entre el 80 y el 85% de los abusos se dan en el entorno intrafamiliar, lo que también dificulta dar el paso hacia la denuncia. “Entrar en la familia es como entrar en la mafia”, asevera Beatriz, una de las participantes del taller. Y es que el hecho de experimentar una situación de abuso por parte de alguien de supuesta confianza hace aún más complicada esta problemática. La formación y la información, tanto en la infancia como a los profesionales, se presentan por lo tanto imprescindibles, para dotarles de herramientas y estrategias que empoderen a los niños y niñas a la hora de pedir ayuda, u ofrecerla en el caso de los profesionales, en posibles situaciones abusivas. “Que no haya ni un solo colegio donde no se hable del tema y se trabaje en la formación y la prevención. Es crucial tender una mano a los niños.”, advierte la participante de esta segunda edición de “Material sensible”.
“Somos muchos y muchas las que compartimos haber pasado por esto”
Beatriz reconoce cómo la experiencia, que califica como “removedora” y renovadora, se ha ampliado enormemente gracias al grupo. “He aprendido mucho de las demás, porque he ido descubriendo cosas y entendiendo e hilando experiencias que hasta ahora había llevado en soledad durante tantos años. Sin compartirlas, las puedes entender pero es algo que se queda aislado, sigo estando yo sola con ello. Es en el intercambio y cuando lo escuchas de las demás cuando lo puedes incorporar en tu vida. Además, me he dado cuenta de que no solo no estamos solas si no que somos muchos y muchas las que compartimos haber pasado por esto. Las estadísticas están ahí.”
Según el informe sobre abuso sexual infantil en Catalunya, publicado en octubre de 2016, “la escucha infantil o adolescente resulta imprescindible para poder protegerlos de situaciones de violencia. Los niños han de tener información sobre este derecho para poder ejercerlo y han de disponer de canales para expresarse en un entorno que les de la confianza de que si explican lo que les pasa se les tendrá en cuenta seriamente”. Sobre todo, cuando los abusos ocurren dentro de la familia es fundamental que puedan acogerse a una escucha externa y que confíen en que alguien de fuera de la familia puede brindarles apoyo. Por eso, y avaladas por la experiencia, sabemos también que nunca es demasiado tarde para hablar. Y que es urgente y muy necesario visibilizar el abuso social infantil con delicadeza y con determinación, para poder reparar y para poder prevenir. En este sentido, trabajar en el taller desde un marco inicial de libertad, absoluta confidencialidad, respeto y acompañamiento, permite a las personas que forman parte de él abordar con mayor confianza sus procesos y abrirse al propio asombro en la evolución. Ayudada por la cámara, Beatriz reconoce cómo “la fotografía ha sido ese hilo del que tirar para que aparecieran todas las historias. He aprendido a jugar, a dejarme llevar, a no exigirme, a abrirme a ver qué pasaba sin presión por el resultado. Ha sido un trabajo para mí y eso me ha hecho dar un salto para aprender a utilizar la fotografía como herramienta personal, para expresar lo propio, lo de adentro.”
Fotografía de Beatriz Burgos, participante en ‘Material sensible’ 2019
La fotografía permite nombrar lo innombrable
Tras meses de trabajo, el resultado del taller se verá el próximo mes de octubre en forma de exposición con las imágenes de las participantes en la galería Chiquita Room. Para Beatriz, por ejemplo, este proyecto le ha dado ese empujón para hacerlo público y “que lo mire quien quiera mirarlo”, en la exposición. “Es algo que yo quería hacer, no sabía bien cómo pero ha sido un proceso que ya no voy a parar. Hay personas que todavía no sé si quiero que lo sepan o no lo sepan pero lo que sí sé es que ya no quiero seguir haciendo el esfuerzo para ocultarlo. Para mí, exponer supone dar un gran paso puesto que, como en la mayoría de familias, el abuso es un secreto a voces. ¿Por qué tengo que seguir ocultándolo? Me gusta este proyecto y me siento muy orgullosa del trabajo y quiero enseñarlo, no por mí sino por todas y por todos. Quien no lo sepa lo sabrá, quien no quiera que no mire, cada uno que haga lo que quiera.”
En Photographic Social Vision entendemos la fotografía como una herramienta que es capaz de abrir una vía de reconquista del poder personal. En el caso de “Material sensible”, el objetivo es además acompañar a estas personas en sus procesos de recuperación y ofrecerles la fotografía como herramienta de expresión a través de la creación de una obra artística, dado que el potencial de las imágenes para nombrar lo innombrable es enorme. O como dice Beatriz: “con las fotos se pueden decir cosas que necesitan algo más que palabras.” Por eso, en las sesiones, hemos alternado el aprendizaje de cuestiones técnicas con aspectos psicológicos y emocionales muy sensibles, que se verán desvelados en la muestra como historias visuales de su propia realidad. El arte y la fotografía impulsan así un proceso de creación en el que cada persona puede explorar, investigar y desplegar su relato personal. Al hacerlo público y compartirlo con la sociedad en una exposición, también ayuda a la sensibilización y a la toma de conciencia. Este será pues un pequeño final, pero no más que otro comienzo. Para Beatriz: “el proceso no acaba, más bien empieza ahora y el despertar del gusto de trabajar para mí desde el interior me ayudará a continuar. Cuando sacas algo, lo colocas fuera, lo trabajas y lo miras de otra forma, queda un espacio dentro donde ya no está lo que había y puedes poner algo nuevo.”
Este proyecto ha contado con la colaboración indispensable de FUJIFILM